Una campaña para compartir el amor de Jesús en un destino turístico popular, impacta no solo a los turistas, sino también a quienes participan.
En la última década, en el pueblo de Interlaken, en los Alpes suizos, se ha visto un aumento de más del 2000 % en la llegada de visitantes provenientes de países del Golfo.*
El personal de hoteles y restaurantes de este hermoso pueblo, ubicado entre montañas y lagos en los Alpes berneses, se ha sido animado a aprender árabe. Ahora se ofrecen alfombrillas de oración y menús halal bajo solicitud.
El equipo de OM en Suiza también ha respondido a este crecimiento mediante el Proyecto Salamu Aleikum (SAP), en colaboración con socios locales tanto en el pueblo de Interlaken como en Zell am See, al otro lado de la frontera en Austria, otro destino turístico muy visitado por árabes.
SAP es coordinado por Hermann (Suiza), quien vivió con su esposa Beatrice y su familia varios años en la Península Arábiga antes de regresar a Suiza. Ellos continuaron su ministerio entre árabes del Golfo residentes en la región de Montreux desde el verano de 2006 hasta 2018, cuando Hermann recibió una llamada telefónica de una amiga en Interlaken.
“Ella me dijo: ‘Hermann, Interlaken está repleta de árabes’,” contó Hermann. “Interlaken, en el Oberland bernés, es mi lugar favorito, allí pasaba los veranos cuando era adolescente, así que dije: ‘ok, iré con un equipo’. Éramos ocho personas, y organizamos dos equipos durante tres días, como Josué y Caleb explorando la tierra.”
Misión en las montañas
Después de esa visita inicial, la campaña de alcance comenzó en 2009 y ha tenido mucho éxito, con 75 personas de 12 naciones participando en Interlaken en 2024.
Los días de la campaña están divididos en tres momentos. Por la mañana, hay un tiempo de alabanza y oración, y el equipo comparte historias de la Península Arábiga. Luego, los participantes aprenden métodos para iniciar conversaciones y hablar de Jesús. El resto del día está dedicado a conocer personas y compartir el evangelio.
Los participantes —que en campañas anteriores han tenido entre 18 y 90 años— se hospedan en un albergue cristiano y disponen de las tardes o las noches libres para disfrutar de las montañas.
No se necesita experiencia previa compartiendo las buenas nuevas, y la campaña se realiza en inglés.
“Desde que empecé, Dios me dio un plan específico para hacer esto. Siempre es un equipo de cuatro personas: dos oran y las otras dos interactúan con la gente, y el equipo cambia al día siguiente,” explicó Hermann. “Hay personas que dicen ‘no queremos hablar con nadie, solo orar’, pero tarde o temprano terminan en un equipo que interactúa, porque ven lo que Dios está haciendo.”
Además de las conversaciones, hay una mesa con libros que ofrece literatura cristiana gratuita en árabe. El equipo también tiene permiso para proyectar la película Jesús en árabe al aire libre cuatro veces durante la campaña. Las proyecciones siempre comienzan con un grupo de hasta seis hombres y mujeres suizos tocando el alphorn, un instrumento tradicional suizo. El sonido atrae a los turistas, y luego el equipo ‘ora y actúa’.
El equipo colabora con cinco iglesias en Interlaken, y durante la segunda semana, visita esas iglesias para compartir testimonios de sus experiencias.
Del odio al amor
Los comentarios de los participantes son casi siempre positivos. Muchos se sorprenden de lo libremente y con qué frecuencia lograron compartir su fe en Cristo. Otros se asombran de haber podido orar durante tanto tiempo. Uno compartió: “¡Guau, en realidad no me da miedo compartir el evangelio con musulmanes!”
Un participante que Hermann recuerda bien era un egipcio casado con una canadiense.
“Siempre me decía: ‘ponme en el equipo de oración’, así que fui a hablar con él. Le dije: ‘hermano, eres árabe, ¿por qué no estás hablando con la gente?’. Me dijo que no podía, así que lo puse en el proyecto de la película Jesús, porque ahí no se interactúa demasiado con la gente; solo se sienta a ver la película,” compartió Hermann.
“Un hombre de Arabia Saudita estaba sentado junto a él con dos niños: una hija de tres años y un hijo de seis. El niño le hacía muchas preguntas a su papá sobre la crucifixión, diciendo: ‘Mira, sí crucificaron a Jesús’. Pero la niña comenzó a asustarse, así que mi querido hermano egipcio la consoló. Y al hacer eso, algo vino sobre él —una especie de amor que nunca había sentido antes— porque siempre había odiado a los musulmanes.
“¿Puedes creerlo? Vino a un proyecto de alcance a musulmanes… y los odiaba. Pero lo entiendo, por su experiencia con la persecución que sufren los cristianos egipcios. Por eso huyó de Egipto para siempre. Pero fue transformado en este proyecto, y ahora ama a los árabes.”